Un pueblo con un rico pasado romano, lugar en el que se redactó el primer libro impreso en España y que es cuna de un renombrado escultor con una apasionante historia.
Un pueblo donde el sentimiento se comprende con el sonido de los palos, en el que la última jota se baila hacia delante y hacia atrás y las leyendas hablan de peñas, lagartos y Cristos.
Un pueblo con calles que susurran una bonita historia cuyo tiempo marca el sol y que guarda en medio de la meseta castellana un trocito del Atlántico.
Un pueblo que huele a miera, cantueso y tomillo y suena a agua de manantial, al picar del ajo de las cigüeñas y a las acículas de los pinos movidas por el viento.
Aguilafuente, deja que te sorprenda
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